lunes, 15 de noviembre de 2021

 Razas y Culturas

Los Hombres de Jade 

Los hombres de Jade son de complexión media y suelen ser bastante pequeños, aunque no tanto como los Valkios. Tienen la piel amarilla pálida o verde jade, el pelo negro y los ojos almendrados.

Su hogar ancestral es Lhoban, un territorio sombrío de altas montañas -los picos más altos del mundo conocido-, tan frío que sólo unos pocos animales, como los yaks, pueden vivir allí.

Por esta razón, los jademen suelen vestirse con prendas de lana. El tejido es muy importante en su cultura, y el paño de lana de Lhoban es uno de los más finos y decorados del mundo. Tienen muy poco vello facial ( A menudo se afeitan la cabeza), y lucir barba se considera siempre un signo de madurez y sabiduría.

Lhoban es una forma particular de teocracia gobernada por monjes. Su líder, el Iluminado, es una especie de figura semidivina que proporciona orientación espiritual a todo el reino desde su aislado monasterio en la Ciudad de las Nubes. Los monjes menores recorren la tierra y se aseguran de que se cumpla su voluntad.

Los hombres de Jade no son religiosos de forma tradicional, pero su filosofía se basa en el concepto de la reencarnación perpetua y la mejora progresiva hacia la Iluminación final. Esto no significa que no crean en lo sobrenatural, sino todo lo contrario. Los monjes lhobanos son conscientes de las amenazas sobrenaturales que se ciernen sobre el mundo de los hombres -demonios, dioses alienígenas, etc.- y uno de los principios de su filosofía es la lucha contra estas abominaciones. En particular, han estado librando una larga guerra en las Tierras de los Ídolos.

Debido a la dureza del entorno de Lhoban, muchos de ellos se marcharon y establecieron grandes comunidades en los Dominios del Mar del Terror, principalmente en Ekum, Kyros y en Gis, la Ciudad de los Alquimistas.

Los hombres de Jade son muy educados y respetuosos, incluso ceremoniosos, pero esto no debe confundirse con la cobardía. Pueden ser guerreros mortales, y muchos de ellos están entrenados en técnicas de lucha mortales desconocidas en el resto del Imperio.

Sus nombres tienen un sabor tibetano, como Akar, Amrita, Dhargey, Gu Lang, Jimpa, Lasya, Sangmu.

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Las Amazonas 

 Las amazonas son una cultura relativamente joven: Ascaia, que es una isla, se rebeló y obtuvo su independencia del Imperio de Hierro en el año 1356 d. C., momento en que mataron o expulsaron a todos los varones del lugar. Desde ese día, y con la salvedad de esclavos traídos para propósitos reproductivos, muy pocos hombres han visitado la Isla Sagrada de Ascaia.

Dados los peculiares hábitos reproductivos de las amazonas (usan hombres, generalmente cautivos, y les da igual la etnia para este propósito), las amazonas tienden a ser de aspecto muy variado. Su tono de piel y cabellos son muy diversos, pero varios siglos de constante guerra y selección natural tienden a hacer de ellas mujeres altas y fornidas, con una mirada tan fiera que pocos hombres pueden soportarla mucho tiempo.

Dar a luz es un momento crucial en la vida de muchas amazonas. Cuando el bebé es un niño, se le quita de inmediato a la madre y se le envía con una familia adoptiva en tierra firme, cuya identidad se guardará en secreto. Las niñas permanecen con la madre y, con el tiempo, se unen a las filas del resto de amazonas.

Las familias normales no existen en Ascaia y las chicas son educadas en colegios públicos, sin ver mucho a sus madres; los vínculos de sangre, especialmente entre hermanas, son muy fuertes, algo que además se anima desde el gobierno. Por razones obvias, el matrimonio lésbico es también muy habitual.

Dado que las amazonas son una cultura marcial y marinera, gran parte de su educación gira en torno a las armas y el arte de la navegación, donde pocos pueden igualarlas. La realidad es que las amazonas no son tan belicosas como las pinta la cultura general, pero intentan proyectar en todo momento hacia el mundo exterior una fachada de fuerza y ferocidad con la intención de evitar nuevos ataques, algo que se ha producido con regularidad desde su independencia, incluso si han logrado repelerlos siempre.

Las ropas de las amazonas, durante las actividades cotidianas, tienden a ser prácticas y resistentes; están pensadas para la guerra y no para lucirse, reservando los vestidos y túnicas para las niñas, ancianas y figuras de gran importancia política, como las reinas.

Eso, y las ocasiones especiales. El nombre de una amazona puede proceder de casi cualquier otra cultura, pero lo más habitual es que suenen a imperial. Uno de los derechos que tienen las nuevas amazonas, tras jurar fidelidad a Ascaia, es cambiar su nombre y muchas de ellas –en especial aquellas que han hecho un viaje largo y peligroso para alcanzar la tierra sagrada de Ascaia– lo hacen.

Entre los nombres más extendidos tenemos Andorra, Eptra, Galla, Kystera, Remitia, Talyria, Vella y Zanarra. Muchas amazonas, pero no todas, lo combinan con un matronímico (por ejemplo, Zandorra, hija de Thara).


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Los Nomadas del desierto rojo

Los sabios dicen que el Desierto Rojo se creó, hace mucho tiempo, al posarse todo el polvo levantado en el aire por el impacto de la Estrella del Terror, destruyendo el primigenio bosque que aquí existía. Viéndolo hoy en día, es difícil de creer a estos sabios. Rocas y arena de tono rojizo se extienden durante miles de kilómetros en todas direcciones, interrumpidas solo por el ocasional oasis. A pesar de su aspecto, el Desierto Rojo esconde varios tesoros y maravillas, como grandes bosques de árboles petrificados, planicies salpicadas de oro y gemas preciosas que parecen surgir del mismo suelo o el loto rojo, una de las variedades más escasas, pues crece como pequeñas esporas sobre los pétreos pétalos de las rosas del desierto.

También es un lugar peligroso, habitado por muchas bestias letales. Además de escorpiones y serpientes, que pueden ir de lo diminuto a lo colosal, también están los chacales calavera –depredadores muy peligrosos– y el temido Ulatisha, el Ser Que Excava en la Arena, un monstruo legendario.

En el Desierto Rojo encontrarás varias de las Ciudades Independientes, aunque también es hogar de tribus nómadas de pastores, la única gente capaz de sobrevivir por su cuenta en esta dura tierra. Se dividen en clanes, a los que se puede identificar por el color de sus túnicas.

Los nómadas marrones y verdes son bastante pacíficos, pero los rojos son muy belicosos. Estos habitantes del desierto no son un pueblo amistoso, excepto cuando exponen sus caras, algo que rara vez ocurre. Si es así, se mostrarán joviales y amigables. ¡Pero cuidado si te topas con un nómada rojo con la cara cubierta por el kballa (una especie de grueso velo)! Pretende atacarte y robarte todas tus pertenencias y abandonarte a tu suerte en el desierto para que mueras de sed, todo ello sin sufrir el más mínimo remordimiento o duda.

Hay quien dice que los nómadas rojos descienden de supervivientes del Reino Perdido, pues hablan una lengua extraña y adoran a los espíritus del desierto que llaman genios. Los nómadas rojos son un pueblo muy violento y, en ocasiones, atacan la Sabana de Marfil, provocando sangrientas batallas con las tribus que allí residen.

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Los Tumularios

Los tumularios (también llamados señores de los túmulos) son un pueblo alto y musculoso, de piel grisácea y cabellos tirando a negro o gris. Son una cultura muy inusual –y algo inquietante– por su rasgo más distintivo: viven en tumbas.

Antaño su patria fue un poderoso imperio, incluso más antiguo que el Imperio de Keron, tanto que su nombre hoy está olvidado. Lo único que queda de este distante pasado son sus gigantescos túmulos, colinas artificiales que contienen las tumbas de lo que los tumularios denominan “ancestros”.

Algunos de estos túmulos son tan grandes que se podrían considerar auténticas necrópolis. Los tumularios viven en ellos, durmiendo, comiendo, copulando y, en líneas generales, haciendo su vida codo con codo con los muertos. También entierran a sus parientes fallecidos en los túmulos, de tal modo que la cantidad de “ancestros” presentes siempre crece.

Para un tumulario, la diferencia entre vivos y muertos no es tan grande o, al menos, importante. Lo consideran como dos estados de existencia ligeramente distintos. Incluso tras la muerte, el tumulario continúa acompañando a su familia y su cráneo puede convertirse en la olla predilecta de un pariente o el fémur una maza de guerra ideal u otro tipo de herramienta.

Están convencidos de que los espíritus de los ancestros se comunican con ellos, dirigiendo y protegiendo sus vidas. El control de un gran túmulo otorga gran poder, no solo por los tesoros que se enterraron con los ancestros (casi no existe la metalurgia entre los tumularios y el metal suele proceder de los túmulos), sino por la protección que otorgan los ancestros que contiene.

El reino de los ancestros fue antaño tan vasto que algunos túmulos se encuentran en tierras actualmente ocupadas por norteños o, incluso, el Imperio de Hierro. Sin embargo, esto no impide que caudillos tumularios rivales no luchen con gran ferocidad para hacerse con su control, da igual su lejanía.

Los tumularios se organizan en clanes, cada uno gobernado por un caudillo o rey. Viven de la caza, el pastoreo, una agricultura muy primitiva y el pillaje. Suelen vestir pieles y antiguas armaduras o andrajos que hayan encontrado en sus túmulos. Casi todos ellos llevarán consigo un amuleto de hueso o algún otro objeto que perteneciese a un ancestro, creyendo que eso les otorga su protección.

 A diferencia de otras culturas, un tumulario siempre usa un nombre que él mismo haya elegido, aunque a oídos de los demás suenan más a apodos que auténticos nombres. Por ejemplo: Caballo Esquelético, Espada Rota, Mató a Siete, Orejas Agudas, Pata de Cabra, Prometida del Muerto, etc.

 

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Tricarnianos

Tricarnia está habitada por dos razas diferentes: los altos tricarnianos -que son nobles, sacerdotes, militares de alto rango, comerciantes, etc.- y los esclavos , que forman el grueso de la nación. Los esclavos tricarnianos son una mezcla de otras razas, capturados en incursiones o comprados a piratas y comerciantes de esclavos en Caldeia, Kyros o en las Ciudades Independientes.

Los altos tricarnianos no son totalmente humanos, ya que por sus venas corre la sangre de los antiguos keronianos. Son en su mayoría muy altos y delgados, con una tez pálida o raramente negra como el azabache. Tienen una piel muy suave y carecen de vello corporal, un rasgo que a otras culturas les resulta un poco repulsivo. A pesar de este detalle, muchos de ellos son muy hermosos, con rasgos alargados y afilados. Algunos dicen que los altos tricarnianos han encontrado una forma de alargar su vida más allá de los límites de las otras razas, pero nunca se han encontrado pruebas que confirmen este rumor.

Suelen llevar largas y elaboradas vestimentas de seda, un producto bastante común en Tricarnia, ya que se produce en las granjas locales de gusanos de seda, una reliquia del pasado keroniano de la región. En la batalla solían llevar una exquisita armadura de bronce, sustituida ahora por el hierro, y yelmos puntiagudos.

Los tricarnianos tienden a ser crueles, un instinto natural en ellos, como el de un gato que tortura a un ratón. Consideran a las demás razas inferiores, que sólo merecen ser utilizadas como esclavos, como víctimas en los altares de sus dioses alienígenas o como cobayas en horripilantes experimentos.

Trajeron la decadencia al Imperio de Hierro, pero los peores vicios de los disolutos nobles o comerciantes imperiales parecen bastante ridículos si se comparan con lo que ocurre a diario en la ciudadela de un Príncipe Sacerdote de Tricarnia.

Los otros dos rasgos distintivos de esta civilización son la esclavitud y la hechicería. Como se ha dicho antes, toda la economía de Tricarnia se basa en la esclavitud. Al ser sólo una fracción de la población total, los altos tricarnianos no pueden mantener por sí solos las masas de esclavos bajo control, por lo que existen varios niveles de esclavitud.

Los más desafortunados son los humildes trabajadores de los campos de arroz, los mineros esclavos y los cazadores de sanguijuelas (el uso medicinal de las sanguijuelas es una práctica común entre los altos tricarnios). Justo por encima de ellos están los guerreros y guardias esclavos, que viven en mejores condiciones. Controlan a sus inferiores y constituyen el grueso del ejército. En la cima de la escala social de los esclavos están los eunucos, una casta de hombres castrados que son los guerreros y administradores de élite.

La brujería es habitual. Casi todos los tricarnios de pura cepa tienen conocimientos de hechicería, necesarios para sobrevivir a las intrigas y conspiraciones de sus iguales, deseosos de aumentar su poder y su posición social. Se practican varias formas de hechicería, pero la magia corruptora y la evocación de criaturas oscuras son las más extendidas. La lotería y el consumo de drogas en general son comunes y se fomentan, también entre los esclavos. La razón es obvia: un esclavo drogado es más fácil de controlar.

Tricarnia está dividida en principados, cada uno de ellos totalmente independiente y gobernado por una única familia noble. Las intrigas, las conspiraciones y la guerra abierta entre los Príncipes son habituales. La capital de Tricarnia, la Ciudad de los Príncipes, se considera un terreno neutral, y en ella no se puede cometer ningún acto de guerra abierto. También es la sede del Alto Príncipe, el gobernante de Tricarnia. Los tricarnianos odian profundamente (y temen en secreto) a los caleds, los descendientes de sus antiguos esclavos, que aún buscan venganza por los miles de años pasados en la esclavitud.

Los nombres típicos de los altos tricarnianos tienen un toque antiguo y siempre van precedidos de un título, como Princesa Salkaria, Precio Hoolon, Sacerdote Tokariel, etc. Omitir el título al dirigirse a un noble tricarniano se considera un insulto mortal, excepto entre los miembros de la familia.

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Imperiales

Los imperiales son la civilización más amplia y, por tanto, más difícil de definir dentro de los Dominios del Mar del Terror. El nombre se aplica a todas las poblaciones civilizadas que estuvieron bajo el dominio del Imperio del Hierro.

El imperial típico, que vive en Faberterra, Syranthia o el norte de Kyros, es de complexión media y tiene la piel bronceada. Los trabajadores manuales y los granjeros suelen tener una tez más oscura, mientras que los aristócratas y los mercaderes son más blancos, pero esto sólo se debe a las diferentes vidas que llevan.

Su pelo puede ser de cualquier color, pero el marrón es el más común, y suelen tener los ojos oscuros. Dependiendo de su estatus y riqueza, pueden llevar una barba y un bigote bien cuidados, pero los militares siempre se afeitan, una tradición que proviene de las normas sanitarias impuestas a las Falanges de Hierro hace siglos.

Llevan túnicas largas y cortas, sandalias y capas de lana, algodón o, en las tierras más cálidas, de seda tricarniana importada.

Los imperiales suelen ser sofisticados y civilizados. Rechazan a muchas otras razas a las que consideran, a veces con razón, bárbaras. Siglos de conquistas y acumulación de riquezas los han hecho gordos, arrogantes y con pasión por los placeres, un aspecto de su cultura derivado sobre todo de sus contactos con los tricarnios.

Sin embargo, pueden ser enemigos peligrosos. Los civilizados tienden a ser intrigantes y conspiradores y una daga oculta puede ser más peligrosa que un hacha bárbara mostrada abiertamente.

En el lado positivo, los imperiales son cosmopolitas, bastante tolerantes con otras culturas y religiones, generalmente curiosos del mundo y abiertos a nuevas ideas.

El sistema actual de gobierno del Imperio es una monarquía absoluta, pero el Emperador está lejos, en Faberterra, por lo que las distintas partes del Imperio son gobernadas por gobernadores. Además, con la progresiva decadencia del Imperio, muchas tierras imperiales se han independizado y han vuelto a sus anteriores formas de gobierno, monarquía, oligarquía y, en algunos casos, democracia.

Los nombres imperiales suenan en latín o griego y suelen incluir un nombre y un patronímico o apellido, como Tellario Voleskos, Domitio Antiokan, Marika Eleucorikos, Irenya Berenantios, etc.

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Norteños

Los habitantes de las Tierras del Norte son, con diferencia, los más grandes y duros de los Dominios del Mar del Terror. Muchos de ellos miden más de dos metros y son lo suficientemente fuertes como para luchar contra un buey con las manos desnudas.

Tanto los hombres como las mujeres llevan el pelo largo, y las mujeres casadas suelen trenzárselo. Los hombres suelen llevar barba larga, pero, sobre todo entre las tribus del sur, se afeitan, principalmente para distinguir a sus hermanos de sus enemigos en la batalla.

Visten principalmente con pieles y ropas de lana tejidas de forma tosca. Los hombres suelen ir con el pecho desnudo, incluso durante los fríos inviernos, porque se considera un signo de fortaleza, mientras que las mujeres van vestidas de forma más tradicional con una larga bata.

A los habitantes de las Tierras del Norte les fascina el metal. Están empezando a aprender el arte de fundir el hierro y los herreros son tenidos en gran estima.

Son orgullosos, testarudos y audaces, pero temen y detestan lo sobrenatural. Su visión del mundo es simple y llana: el fuerte prevalece sobre el débil, como el lobo sobre el ciervo, y no hay nada extraño en ello. El mundo de la naturaleza funciona así, como el de los hombres.

Se organizan en grandes familias o clanes, generalmente dirigidos por los miembros masculinos de mayor edad, y viven de la caza y la búsqueda de alimentos. Las peleas y rencillas con los vecinos son bastante comunes y suelen acabar en un derramamiento de sangre.

Los habitantes de las Tierras del Norte son muy individualistas y sólo unas pocas veces en su historia un líder carismático ha conseguido unirlos bajo un solo estandarte, normalmente para luchar contra una amenaza importante, como un ataque de los Cairnlanders o una invasión imperial.

Los nombres típicos de los habitantes de las Tierras del Norte suenan a escandinavos y son cortos y agudos, como Shangor, Torm, Uma, Verrik, Gorn, Targar, Beren. No utilizan patronímicos, salvo en situaciones muy oficiales. Para un habitante de las Tierras del Norte es la espada de un hombre, y no su padre, lo que lo hace importante.

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